Alguien susurró mi nombre en el jardín,
mientras empequeñecía
entre la esparcida sombra de las peonías,
crecí mucho más grande por la ausencia de otras,
envejecí en medio de las hormigas, antiguo
ante la abertura de los pétalos,
reciente a mí mismo, y aún, extraño.
Al nuevamente oír mi nombre, lo escuché lejos,
como el nombre del niño del vecindario,
o la visita de un primo favorito
durante el calor de verano,
mientras el silencio pareció ser mi verdadero nombre,
un canto -cercano e inaudible-,
nació secreto y subterráneo.
Sin obtener respuesta alguna, reclamé para atrás.
Y los pájaros declararon mi guarida
a lo largo de toda la mañana.
Traducción de Samuel L. Medina